Isabelle Devillers, ejecutiva de la benevolencia
Levantarse, tomarse un café, almorzar, ir de compras y siempre tener ese pensamiento que vuelve. "¿Hay uno más hoy? ¿Como están? " Ya sea que tenga o no un ser querido afectado por Covid-19, esta vida diaria se ha convertido en una realidad. Isabelle Devillers, directora de la residencia de ancianos de la Cruz Roja de Marsella, entrega en este cuarto episodio de Clichés, su cuestionamiento, las difíciles decisiones que tuvo que tomar así como las reflexiones que la atravesó durante esta crisis. Su principal misión: gestionar su establecimiento de 105 residentes y 50 empleados.
El 7 de marzo, el gobierno francés desaconseja cualquier visita a hogares de ancianos. Isabelle Devillers se encuentra en un dilema. Cerrar el centro significa cortar todo contacto entre los residentes y sus familias. Pero dejarlo abierto es arriesgar la vida de sus habitantes. "Dije 'cerramos'. Fue muy duro porque las familias se enojaron, en modo “qué significa eso, es un escándalo” […] pero yo estaba firmemente convencida de que si había una directiva del gobierno que nos decía “fuertemente desanimados” es que algo grave estaba sucediendo." (2’10)
De la noche a la mañana, con el Covid-19, la situación está cambiando rápidamente. Para asegurarse de seguir las medidas gubernamentales y los cambios en su establecimiento, Isabelle Devillers crea un grupo de mensajes que comparte con su equipo. Esto permite que el personal se reúna y comparta sus preocupaciones. "Para nosotros como instalación, y para mí como persona, el anuncio del primer caso de Covid, admito que fue un momento absolutamente indescriptible en mi vida personal. Pánico, de verdad. Me dije a mi mismo como voy a hacer [...] Había ansiedades que eran terribles y tuve que responder a ellas, ser a la vez pedagoga, pero también firme en mi posición. Fue especial. Tenía que tener esta postura de director, esta postura de acompañamiento, esta postura de escuchar y estar con ellos." (6’50)
Para romper su aislamiento, una animadora filma a los ancianos y envía videos a las familias a diario."Ella filmó algunos momentos bastante increíbles […] les hizo cantar una línea de una canción a su vez, y admito que cuando la veía en casa por la noche, lloré como una loca frente a mi computadora porque la encontré súper Moviente. Me dije a mí mismo: 'están encerrados, tienen problemas cognitivos y sin embargo les hacemos cantar Mon amant de Saint-Jean y está perfectamente en su lugar'." (11’54)
Isabelle Devillers y su equipo siguen "guardar el fuerte", el sobrenombre del establecimiento que surgió durante la crisis. A nivel francés, hay cerca de 1.900 personas que se ocupan de los ancianos en los 32 hogares de ancianos de la Cruz Roja Francesa.
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